Nos encontramos en la última semana de un año que ha estado lleno de divisiones, calamidades, desastres naturales, debacles financieros y un sinfín de eventos en todo el mundo que, solo presagian fatalidad, de no recuperar los valores y principios que nos permitieron avanzar alguna vez como civilización.
Tengo la impresión que el desequilibrio que la humanidad padece, hasta cierto punto una disfunción entre estado y pueblo para afrontar los problemas que nos afectan directamente en nuestras vidas en la creación de un sistema económico, financiero, salud, educación, desarrollo y utilización de energía, ambiental y muchos otros que pueden hacer nuestras vidas más plenas, son un reflejo directo de la continua toma de decisiones equivocadas a nivel de estado y empresa.
Si llegásemos a estar de acuerdo en que gran parte de la problemática que vivimos reside en las malas decisiones que tanto líderes políticos como empresariales ejecutan a diario, entonces estaríamos descubriendo la punta del iceberg. Más allá de las cualificaciones técnicas, formación, experiencia y otras evaluaciones necesarias que definen si una persona está calificada o no para realizar una tarea determinada incluyendo la toma de decisiones inherentes al cargo, subyace algo más fundamental y profundo que sirve como campo magnético dentro de una brújula para direccionar el camino a elegir; me refiero a los valores del ser humano.
No puedo evitar cuestionar una y otra vez el por qué del incremento de deuda de los gobiernos del primer mundo. El incremento de insatisfacción y revuelta que hay desde Wall Street hasta el medio oriente, los indignados, las sequías e inundaciones que hay en distintas regiones del mundo. ¿Qué causo el desmoronamiento del gobierno italiano y el debacle de la Unión Europea? ¿Cómo es posible que volvamos a fallar por tercera vez en los acuerdos para que los tres grandes contaminantes del mundo avancen en el cambio climático establecido en el tratado de Kioto?
Probablemente en este instante muchos estén preparando una lista de respuestas con excelentes fundamentos técnicos pertinentes al problema que plantea cada cuestionamiento, pero quiero ir mas allá de la burbuja inmobiliaria, de la sobre evaluación de acciones, de la revaloración y venta de riesgo adquirido, del intercambio de divisas, quiero ir más allá del protocolo entre naciones, de todas las justificaciones técnicas – conceptuales que cada tema sugiere, para detenerme en el preciso momento en que se toma la decisión.
Quiero entender cuál fue la lógica del individuo que tomó la decisión, cuál fue el marco de referencia que utilizó, cómo su red neural procesó la información, las sinapsis que se materializaron para “desaparecer” US$ 1.2 billones y presentarse en televisión nacional ante una audiencia extraordinaria del congreso de los Estados Unidos de América y testificar que, “simplemente no sé dónde está el dinero”. MF Global y su brillante ex CEO es un ejemplo de lo que está sucediendo en la sociedad, hay algo fundamental que nos está faltando y atenta contra nosotros.
Cada vez que hago un diagnóstico en una empresa, inicio conociendo quién es la organización y para ello me remito a esa parte que todos conocemos donde se explica la misión, visión y valores, entre otras iniciativas. Es interesante ver la asimetría que existe entre el clima organizacional, las prioridades, el quiénes somos y los valores propuestos por la empresa. Estos últimos quedan en el recuerdo, como parte decorativa del perfil de la organización y nadie se preocupa por articularlos en el día a día y mucho menos discutirlos para ponerlos en práctica. Da la impresión en estos casos de que los valores no son importantes, pero es justamente la falta de poner nuestros valores en marcha, la fuente de la toma de malas decisiones lo que nos está arrastrando como especie al final de nuestros días.
Si en el momento en el que se tomó la decisión de “desaparecer” los US$ 1.2 billones se hubiese generado un “clik” en la mente del individuo en señal de: “¡PARE! lo que está haciendo está mal y sus consecuencias van mas allá de simplemente recuperar la inversión”, a lo mejor no se habría “perdido” semejante cantidad de dinero. Y es esto, lo que los valores hacen en nosotros, es ese campo magnético dentro de la brújula capaz de apuntar el camino correcto por muy difícil que sea. “La confianza una vez que se rompe, no es que toma mucho tiempo en recuperarse, difícilmente se recupera” Tom Peters.- un gurú del management que sigo en twitter.
Hemos llegado a un punto en que nos urge cuestionar y replantear los valores y principios que han construido la economía del siglo XX, redefinir las metas que como nación, estado y sociedad queremos alcanzar. El tener más, se ha convertido en la razón de existir, un existir sin propósito, incrementando la desigualdad en poder adquisitivo, las oportunidades de trabajo son menores y de menos calidad de vida, vivimos ocupados para estar ocupados y sin ningún tipo de beneficio, excepto por tener mas deuda, mas camionetas del año, mas lujo, mas grande las ordenes en restaurantes de comida rápida, mas consumo energético. Más, más y más parece ser una moneda de intercambio para lograr ese segundo de satisfacción y plenitud. La humanidad entera está confrontando los valores en los que ha sido guiada a distintos niveles, social, político, religioso y por supuesto donde todos no vemos afectados, en lo económico.
La necesidad de crear nuevos paradigmas donde el tener más sea reemplazado por estar bien, es un reto que el siglo XXI tendrá que afrontar de manera global si es que queremos prevalecer como especie, preservar nuestro hábitat y lograr conquistar nuevas fronteras de prosperidad sostenible en evolución de la humanidad.
La intención de este ensayo no es un ataque directo a las empresas o gobiernos, ni tampoco iniciar un debate arcaico entre “ismos”, pero un intento por salvar lo mejor de nosotros, nuestros valores como ciudadanos universales. Por esta razón he mencionado algunos eventos recientes, solo para evidenciar la ausencia de valores en la toma de decisiones. Estoy seguro que cada quien tendrá eventos por mencionar en menor o mayor grado de importancia, hagan de ellos lo mejor que puedan, los invito a añadirlos a este ensayo como parte de los comentarios y compartir por qué es importante los valores en este momento tan turbulento para la humanidad en general.
Confío que al igual que yo, alrededor del mundo, hay miles de personas, empezando a sospechar ligeramente que algo anda mal, verdaderamente mal y que la inconformidad ya no es un tema para los sicólogos a tratar a nivel individual, pero sí una pandemia que esta corroyendo y erosionando lo mejor de nuestra especie, la confianza en nosotros mismos.
Así, que si eres uno de los miles de personas que piensan que debemos hacer algo para mejorar nuestra actual situación, te invito a que cierres los ojos y envíes un pensamiento poderoso al universo de lo que sería el siglo XXI, solo recuerda, que tener más, ya es un paradigma del pasado, y estar bien, es uno de los nortes que deberíamos contemplar dentro de nuestra brújula de vida. Buen viaje y pongamos nuestros valores en marcha.
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